El comunicado de Antonio García
Es llamativo que a estas alturas del partido se esté debatiendo en Colombia sobre la justificación de una práctica tan injustificable como el secuestro. El comunicado de Antonio García, que los colombianos conocimos en días pasados, es un termómetro inmejorable de todo lo que se ha roto en Colombia después de sesenta años de enfrentamientos con esas guerrillas antediluvianas.
El lenguaje de la guerrilla
Ya no hay que recordar siquiera que en el lenguaje de la guerrilla no existe el secuestro: se llama retención con fines económicos, uno de los eufemismos que engordan el diccionario donde se encuentran también los falsos positivos y los homicidios colectivos.
La condena del secuestro
Para Antonio García, instalado firmemente en su realidad particular, la condena del secuestro es un invento de los medios de comunicación. Luego ha salido el Gobierno Nacional a decir que no va a entrar en una discusión pública sobre estos temas, pues los acuerdos son claros y están por escrito, según leo en un titular. Supongo entonces que le corresponde a la sociedad civil, sea lo que sea eso, encontrar la manera de responder que no es cierto lo que dice el comandante guerrillero: que el repudio del secuestro no es un invento de los medios, sino una de las pocas cosas en las que esta sociedad desorientada, donde la mitad se ha acostumbrado a justificar los crímenes que afectan solamente a la otra mitad, parece estar más o menos de acuerdo.
La realidad del secuestro
Le tocará a la sociedad civil, repito, decir que lo que el artículo de marras llama retenciones con fines económicos es lo mismo que el informe de la Comisión de la Verdad llama una muerte suspendida en el tiempo, y que las palabras de la Comisión describen mejor la realidad que las del comandante.
El secuestro no tiene fecha de vencimiento
Es más: puesto a hacer recomendaciones inútiles, me permito recomendar (no sé muy bien a quién: a todo el mundo, tal vez) la lectura de [nombre del libro]. Allí se cuenta cómo la guerrilla de las FARC, que durante años negó el secuestro, comenzó a reconocerlo después de un encuentro con las víctimas de sus propios horrores en un espacio creado por esa Comisión que cierta derecha colombiana tanto ha denostado. El secuestro no tiene fecha de vencimiento, dice en ese informe una de las 50.000 personas que lo han padecido desde 1990. El secuestro no se acaba el día de la liberación. El secuestro es una realidad que se vuelve genética -si se quiere, del secuestrado- y que va a cambiar totalmente su manera de ser, su manera de ver la realidad, de comunicarse. El secuestro no es una realidad transitoria: se queda para siempre. En ese sentido decimos que destroza una vida.
La naturalidad con la que se refiere al secuestro
Cuando Antonio García escribe sobre sus retenciones con fines económicos, ¿habrá mirado a los ojos a los secuestrados? ¿Habrá oído sus palabras? Yo creo que no, pero eso no importa. Lo más llamativo de todo este asunto es que eso sea necesario: que a estas alturas del partido sobre la justificación de una práctica tan injustificable como el secuestro; y que algunos señalen que la guerrilla tiene otros medios de financiación, no sólo éste, como si eso fuera lo que hace que el secuestro sea abominable; y que el mismo comandante de la guerrilla haya aclarado, tras el secuestro del padre de un futbolista, en vez de un nuevo caso de un crimen monstruoso; y que un funcionario del Gobierno haya dicho hace unos meses, sin que se le moviera una ceja, sin que pareciera darse cuenta de los abismos éticos que se abren bajo sus palabras, que es necesario asegurarle el sustento a la guerrilla si les vamos a pedir que dejen de secuestrar; y que estemos recordando que a fin de cuentas la guerrilla no tiene derecho a secuestrar, pues se lo prohíben las reglas del Derecho Internacional Humanitario.
La deshumanización en la convivencia con la guerra
Es lo que pasa en la convivencia con la guerra, que nos deshumaniza en más de un sentido: no sólo porque vuelve a algunos incapaces de reconocer el sufrimiento que causan, como le sucede al comandante del ELN, sino porque hace de algo intolerable algo corriente para toda la sociedad. Yo entiendo que nuestra capacidad para la conciencia del dolor ajeno sea limitada: de otra forma enloqueceríamos. Pero a veces hay que abrirse paso a través de las palabras, sobre todo cuando las palabras quieren engañar o distorsionar, y tratar de ver a los seres humanos que las palabras describen. El secuestro es inhumano, incluso si lo llamamos de cualquier otra forma. Eso es lo único que hay que saber. Lo demás es retórica, y de eso los colombianos hemos tenido demasiado.